Solía huir despavorida ante un humeante plato de sopa y dar lecciones de política social con el dedo en alto y palabras propias de mayores.
Mafalda nació en un tira de prensa argentina. Mudó un par de veces de publicación, y aún hoy, dos años después de su última aparición, juega a rebelarse dentro de los libros.
Mafalda no soñó ser nunca mamá, como su amiga Susanita, ni estar en la piel del Llanero Solitario, como su amigo Felipe. Más que soñar, pensaba en un mundo mejor.
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